La vida se trata de tener ‘Likes’

* Por Crazy Beer

Ingresar a Facebook casi siempre era un suplicio para mí. Ver estados inteligentes o graciosos, fotos perfectas y sonrientes, millones de invitaciones para los demás, menos para mi perfil. Cada día que pasaba buscaba alguna notificación inexistente, alguna conversación en el chat. La cantidad de amigos era casi nula y mi popularidad cibernética estaba en números negativos. Envidiaba y odiaba a quienes tenían millones de “Likes” porque cada uno de esos clics significaba un grado más de reconocimiento en el mundo. A mí nadie me reconocía y eso me dolía de sobremanera.

Un día, caminando por el ciberespacio, me encontré con ciertas páginas que ayudaban a la gente a obtener más “Likes”. Prometían millones de “Me Gusta” para incrementar tu ego y seguridad emocional en el simpático mundo de las redes sociales. Accedí a un plan de asesoramiento intensivo que me costó USD100, donde te enseñaban cómo sacarte fotos, cómo “photoshopearlas”, qué posiciones eran las mejores, además de entregarte millones de frases inteligentes para tu perfil. Intenté con todo, pero nada resultó. Mi entrenador personal me dijo que nunca había visto un caso con tan pocos “Likes” y que realmente era un perdedor. Me sentí mal, muy mal, pero no me rendiría, debía obtener suficientes clics de ego para mi paupérrima autoestima.

En el constante y arduo camino de búsqueda pedí consejos a un amigo. Me dijo que no me preocupara, que los “Likes” no eran lo más importante en la vida, pero él lo decía porque mínimo tenía 10 clics en el día, suficiente para sentirse seguro. Me aconsejó finalmente que no me obsesionara con eso, que afuera había pájaros y colores más bellos que los característicos de Facebook, sin embargo mi cabeza no pensaba en otra cosa. Al otro día le dije a mi amigo que no quería verlo más, era una mala influencia anti redes sociales.

Así continué en el sendero, a la espera de la iluminación, de la verdad sobre los “Likes”. Creé millones de teorías al respecto, inventé fórmulas matemáticas y medité dos semanas en un cerro sobre este asunto. Pero nada. No podía encontrar ese no se qué para convertirme en un ganador Facebookeano. Mi tristeza iba en alza.

En una de esas andanzas llegué a conocer a un gurú, un mesías de los “Likes”. Lo visité en su hogar, donde lo encontré meditando y levitando cuando llegué. Pero eso no era lo increíble: los clics en su perfil eran incontables, innumerables, era el perfecto maestro de maestros. Cuando acabó sus ejercicios meditativos me dijo: “la vida, joven aprendiz, se trata de tener ‘Likes’, agrégame a Facebook y te enseñaré la verdad”. Mi emoción  creció enormemente, por fin, gracias al gurú, tendría lo que siempre había querido tener, por lo que lo agregué de inmediato.

–          Amigo, ahora has de saber cuál es la clave del éxito en Facebook – me escribió a través del chat.

–          Sí, maestro, dime cuál es – contesté

–          Abre la ventana de tu cuarto, sal por ella, date cuenta que existen diferentes realidades y, finalmente…- tuvo una pausa.

–          Finalmente qué maestro – me apresuré a decir.

–          Finalmente pequeño saltamontes ¡cómprate una vida!

Quedé helado. No sabía qué pensar. Lo analicé y medité. Finalmente, llegué a una conclusión: el maestro tiene razón, esa es la clave de todo esto, esa es la verdad, sin embargo, y perdón por la pregunta pero, ¿dónde venden vidas y cuánto cuestan? Porque creo que necesito una de forma urgente.

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